Perros, gatos y personas

Publicado por Rafa Gómez  

Voy a escribir sobre mascotas, un tema demasiado polémico y con posturas muy opuestas entre la sociedad.
Calculo que puedo perder la mitad de mis lectores con mis opiniones sobre el tema de las mascotas, tenga la que tenga.
Entonces, calculando así a ojo de buen cubero, calculo que la mitad de 0 es… medio cero de lectores que me van a dejar de leer a partir de ahora.
Directo y sin anestesia, la gente se está pasando con esto de los perros, alguien se tiene que dar cuenta que se les está yendo de las manos el asunto canino.
Se está hablando y escribiendo que ya hay el doble de perros que de niños en España. Seguro que solo es una estimación tirando por lo bajo.
¿Habéis andado por las calles de cualquier barrio a eso de las 8 de la tarde?, os invito a que vayáis contando los perros que están paseando en esos momentos. En ocasiones, quizá demasiadas, se puede escuchar el escándalo de ladridos de jaurías de perros. Como animales civilizados y sociables que son se saludan entre ellos con ladridos fuertes y escandalosos. Y no sé si soy el único, pero me parece que no tienen mucha pinta de alegrarse de encontrarse con otros perros. ¿Qué nombre tendrá ese comportamiento?
Tenía pensamiento de hacer entradas cortas que no aburran mucho, pero creo que no va a ser así, el tema me va a quedar algo largo.
Llegados a estas alturas, puede parecer que no me gustan los perros. A veces las apariencias no engañan.
No me gusta encontrarme pelos de perro por todas partes; no me gustan que me chupen… los perros, recordar que estoy escribiendo sobre perros; no me gusta como huelen cuando les hace falta un baño; y, creo que por último, no me gusta tener las obligaciones que conlleva hacerse cargo de un perro.
Por supuesto tampoco me gusta pisar mierdas de “perro de mierda”.
Sobre todo, lo que no me gusta son las personas que tienen perro y no son conscientes de sus obligaciones, de todas sus obligaciones.
Antes de decidir tener una mascota hay que tener muy claro todo lo que supone esa responsabilidad. Dichas responsabilidades no se limitan solo a recoger sus cagarrutas del suelo, cosa que hace menos gente de la que debería. Vamos avanzando en ese tema, pero falta mucho camino por recorrer.
Como leí hace unos días en una red social: las cacas de los perros son directamente proporcionales al tamaño del animal. Si no piensas recoger la totalidad de esas cacas mejor no tengas perro… o algo así.
Aunque no me gusten los perros, hay algo que me duele en el alma y sufro por ellos. Esas personas que tienen perro para tenerlo metido en casa la mayor parte de su vida. Hay quienes los tienen metidos en una habitación, acostumbrándolos a que hagan sus necesidades en el suelo, o incluso encima de papeles. Y los sacan a la calle en muy contadas ocasiones. Muchas de esas ocasiones pasan días o semanas, si hay suerte.
Y lo peor es cuando se le intenta explicar a esas personas la vida que le está dando al animal. No se lo toman bien y argumentan que el perro es feliz así y no necesita tanta calle. Como el pelo lo tienen bien, pues es suficiente para saber el nivel de felicidad del animal.
No me gustan los perros y no entiendo mucho tampoco, pero no creo que esa clase de vida sea digna.
Ah sí, y algunos de esos tienen más de un perro.
Independientemente de si se saca a pasear a los perros, ¿de verdad pensáis que tener más de un perro en un piso es ideal para ellos?
Para terminar con el tema de perros, que no quiere decir que termine con este escrito, pienso que los ayuntamientos deberían de plantearse buscar alguna solución que tenga en cuenta imponer un impuesto de lujo por cada perro. Obviamente estoy pensando en usar ese dinero en la limpieza de las calles de heces y orines. Y lo que sobre, que se use para un mejor bienestar de perros abandonados.
Y ahora voy a por los gatos…
Seguro que hay más gatos que perros.
Pero los gatos no manchan las calles y, en muy contadas ocasiones, molestan con sus maullidos.
¿Parece que los gatos sí me gustan?
Pues no sabría decir. Las cacas de los gatos huelen terriblemente mal, sobre todo cuando comen pienso de pescado.
Digamos que molestan menos.
Pero tengo sentimientos encontrados con el tema de los gatos. Igualmente, no me gusta la actitud de las personas con todo tipo de mascotas en general. Demostramos demasiado lo de la especie dominante y nos creemos dioses decidiendo sobre la vida de estos animales.
Y hay quien se atreve a exponer que hay que tenerlos como mascotas por su bien, para que estén bien cuidados.
Cualquier problema que pueda tener un perro o gato lo está creando el ser humano con su ansia de sentirse superior sobre los animales.
Si hay muchos y están en situaciones lamentables vagabundeando por las calles, malnutridos y sucios, solo y exclusivamente culpa de los seres humanos. Empezando por nuestros antepasados que se les ocurrió en domesticarlos, y por supuesto siguiendo por los de nuestra época que los crían para hacer negocio. El resultado era obvio, ahora hay muchos y es un problema.
Nos resulta muy sencillo pensar que actuamos por el bien de los animales, cerrando los ojos al asunto que el problema lo estamos alargando nosotros. La solución no es nada fácil, ni a corto plazo, y mucho me temo que los animales se van a llevar la peor parte. Muy bien hay que gestionarlo para que no sea así.
¿Por qué nos pensamos que tenemos poder y derecho a dirigir la vida de otro ser vivo?
Bueno, pues ya casi para terminar…
Yo vivo con un gato negro. Me gusta resaltar lo de negro, da así como más categoría. Y también para analizar la superstición de algunas personas.
Si os habéis dado cuenta, no he escrito que tengo un gato, he usado el término de vivo con un gato, un gato negro.
Aclaro eso porque es un capricho de mi mujer y mi hija. Yo intenté expresar mi desacuerdo de tener un animal en un piso tan pequeño. Además que no me veo en situación de responsabilizarme de los cuidados de otra vida, ya tengo bastante con las tres que me han tocado y no creo que lo esté haciendo muy bien.
Mi hija lo quería por capricho. Prometió que se haría cargo de lo que necesitase el animal. Le expuse que tendríamos discusiones porque a la hora de la verdad no tendría ganas de hacerlo y le molestaría que le obligásemos a cumplir con su palabra de cuidar al gato.
Qué sí, qué sí, qué sí… pues casi que no.
En la primera semana ya se le notaba que el gato le molestaba. Bueno, nos dimos cuenta básicamente porque cerraba la puerta de su habitación y lo echaba cuando el animal se ponía pesado llamando la atención.
Es que está muy pesado, dijo.
Y también había que recordarle que limpiase el arenero de las cagarrutas del minino.
Así que mi mujer decidió cambiarle el nombre ya que se tenía que hacer ella cargo del bicho. Claro que el traer el animal a casa fue decisión totalmente suya, demostrando que mi opinión sobre el tema no le importaba.
Y eso le vino estupendo a la niña para usarlo como escusa. Como ella no podía decidir el nombre del gato ya no quería saber nada de las responsabilidades del animal.
Hacedme caso con un consejo gratuito que os voy a dar. Si eres tú quien tiene que tomar la decisión de llevar un animal a casa, tienes que aceptar que tú y solo tú tienes que hacerte cargo de él. Da igual cuanta gente te diga que te van a ayudar o lo van a hacer ellos, siempre acaba siendo mentira. Así que si tienes dudas si lo podrás hacer, mejor que no tomes esa decisión.
Al gato, inicialmente se le puso el nombre de Walter. Tan simple como que cuando se tenía que elegir un nombre, alguien en la casa de mi cuñada estaba al teléfono con un operador que se llama Walter. Luego mi mujer, con mejor criterio, le puso el nombre e Nelo, que viene de Manolo en valenciano.
Y Nelo se porta bastante bien. Es cariñoso y se deja acariciar y coger en brazos. Digamos que es más cariñoso y sociable que la fama que le ponen normalmente a los gatos.
“Sí, pero se sube a la estantería de tus coches y una vez te tiró uno…” Ya bueno, pero juega conmigo.
“Sí, pero otra vez te volcó una botella de vino de Alicante que vale 6,45 cada botella…” Ya bueno, pero es cariñoso.
“Sí, sí, pero esparce las piedrecitas de su arenero y llena todo el suelo…” Pero, pero, se deja tocar las orejitas que son bien bonitas.
“Sí bueno, pero mordió algunos cables y se los cargó completamente, alguno de ellos era importante y también te rompió unos auriculares sin estrenar…” Pero, pero… ainx, maldito gato negro.
¡Y te muerde y araña las manos cuando quiere jugar, y sus cacas huelen muy mal!
…No te escucho…

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